Por fin. Perú ganó su segundo partido en las eliminatorias al vencer 1-0 a Uruguay. El ‘Charapa’ Rengifo marcó el gol de la victoria cuando faltaban cinco minutos para el final. Uruguay quedó al borde de la eliminación.
Angelo Torres
Si había un equipo capaz de resucitar a los muertos vivientes en las eliminatorias, un equipo único en su especie, que parecía no tener corazón y que no tenía ganas de jugar, ese era Perú. Una franja en el pecho que no se sentía, una camiseta que no se sudaba por once almas que salían sin compromiso a la cancha.
Pero ayer la selección de Chemo salió a lavarse la cara, y así como tantas veces les dimos aire a equipos que estaban al borde de la eliminación, ahora casi le firmamos la carta de defunción a Uruguay, justo con lo que más les duele, con su propia característica: la garra. Esa palabra que no suele asociarse mucho con la historia reciente de este equipo fue la bandera ayer.
Ganaron por el orgullo, por el honor, por el volver a escuchar el grito de Perú en la tribuna.
Es la segunda victoria en quince fechas, pero se siente bien porque es una revancha cobrada de aquel 6-0 en Montevideo hace una rueda. Las heridas no sanan con el tiempo sino quitándole el sueño al rival.
Si no pregúntenles al ‘Chorri’ Palacios y a ‘Ñol’ Solano, quienes dejaron las diferencias de lado, se amistaron –aunque sea en la cancha– y nos reconciliaron con la selección. Ambos, sumando la potencia de Vargas –que nunca dejó de trepar por la banda– y el incansable trabajo de Josepmir Ballón, hicieron que el equipo tuviera otro funcionamiento.
Angelo Torres
Si había un equipo capaz de resucitar a los muertos vivientes en las eliminatorias, un equipo único en su especie, que parecía no tener corazón y que no tenía ganas de jugar, ese era Perú. Una franja en el pecho que no se sentía, una camiseta que no se sudaba por once almas que salían sin compromiso a la cancha.
Pero ayer la selección de Chemo salió a lavarse la cara, y así como tantas veces les dimos aire a equipos que estaban al borde de la eliminación, ahora casi le firmamos la carta de defunción a Uruguay, justo con lo que más les duele, con su propia característica: la garra. Esa palabra que no suele asociarse mucho con la historia reciente de este equipo fue la bandera ayer.
Ganaron por el orgullo, por el honor, por el volver a escuchar el grito de Perú en la tribuna.
Es la segunda victoria en quince fechas, pero se siente bien porque es una revancha cobrada de aquel 6-0 en Montevideo hace una rueda. Las heridas no sanan con el tiempo sino quitándole el sueño al rival.
Si no pregúntenles al ‘Chorri’ Palacios y a ‘Ñol’ Solano, quienes dejaron las diferencias de lado, se amistaron –aunque sea en la cancha– y nos reconciliaron con la selección. Ambos, sumando la potencia de Vargas –que nunca dejó de trepar por la banda– y el incansable trabajo de Josepmir Ballón, hicieron que el equipo tuviera otro funcionamiento.
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